Protagonistas involuntarios y el deterioro del espacio cívico en línea
Milena Álvarez | 06/08/2023
En la actualidad es claro que la participación en la vida pública no está limitada al espacio físico sino que el espacio digital se convierte también en un entorno que permite un ejercicio activo de la ciudadanía. Sin embargo, la confusión generalizada que puede generar un deep fake y las grandes cantidades de desinformación que circulan afectan la posibilidad de ejercer esa ciudadanía en internet. Tanto las personas que son protagonistas de las falsificaciones creadas mediante inteligencia artificial como aquellas que comparten esa información errónea son afectadas por un contexto que disminuye sus capacidades para generar un debate informado y que genera cada vez más desconfianza y confusión.
Según medios estadounidenses, las elecciones presidenciales de 2024 serían las primeras en estar repletas de desinformación creada con inteligencia artificial, por lo que se teme que el límite entre realidad y ficción se vuelva difuso y difícil de distinguir para las personas de a pie. Sin ir más lejos, aunque falte más de un año para el inicio de campaña, ya aparecieron los primeros engaños utilizando inteligencia artificial en imágenes, creando deep fakes y falsificaciones de voz.
En las internas estadounidenses ya comenzó la disputa y se dió a conocer un anuncio que incluye un montaje de Donald Trump muy cercano a uno de sus mayores opositores, Anthony Fauci. Estas imágenes, que son parte de la campaña de Ron DeSantis quién ya lanzó su candidatura a la presidencia, tiene la clara intención de desacreditar al ex presidente mostrando una supuesta falta de coherencia. Lo que llama la atención de este anuncio es la forma en la que presenta la información: mezclando imágenes reales con otras creadas por una inteligencia artificial.
Por otro lado, en su red social Truth Social, Trump publicó un video en el que recrea el lanzamiento de campaña que DeSantis realizó mediante Twitter Spaces, burlándose de los inconvenientes técnicos que ocurrieron. En la parodia se usó inteligencia artificial para simular las voces de personas invitadas al lanzamiento de campaña de DeSantis, entre quienes se encontraban George Soros, Adolf Hitler y hasta “el diablo”.
Tanto DeSantis como Trump son competidores para un rol de alta exposición y conocen las reglas del juego. Sin embargo, las falsificaciones no se limitan a su partido y en un entorno competitivo hay un impacto negativo cuando se acusa falsamente a una candidata o candidato, o se pone en duda su credibilidad. Al mismo tiempo, del otro lado de estas campañas de comunicación se encuentran las personas que también participan de este sistema, consumiendo el contenido y/o compartiéndolo.
Quienes comparten contenido falso no logran acceder a información de calidad y replican información dañina. Al mismo tiempo, quienes consumen el contenido deben invertir cada vez más tiempo para informarse. La necesidad de chequear en varios medios si una noticia es real o no es una práctica aconsejable en cualquier contexto, sin embargo, es poco realista pensar que todas las personas cuentan con el tiempo suficiente para hacerlo a diario.
Del lado de las empresas, podemos notar que en contextos electorales la autorregulación de las plataformas generadoras de imágenes no es suficiente, tal como se amplió en una nota anterior. En la mayoría de los casos no alcanza con la prohibición de generar imágenes de boletas partidarias o urnas, ya que cualquier imágen pueda llegar a tener un significado político, tal es el caso de Fauci mencionado más arriba.
Con la extensión de estas prácticas se degrada cada vez más el espacio cívico al no lograr unas pautas comunes en el debate en internet. ¿Cómo podemos ejercer el derecho al acceso a la información cuando tememos que toda la información que nos rodea sea posiblemente falsa? En este año electoral, pero sobre todo, para los que siguen, estos elementos serán centrales para pensar a internet como un lugar donde ejercer la ciudadanía.