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Una imagen vale más que mil palabras: deep fakes en la arena política

Una imagen vale más que mil palabras: deep fakes en la arena política

Milena Álvarez | 30/03/2023

En 2018 apareció un video en el que se podía ver a Barack Obama insultando a Donald Trump. Segundos después se mostraba que no había sido el ex presidente estadounidense sino que se trataba del actor Jordan Peele que se hacía pasar por él de manera hiperrealista. Este video publicado en el canal de Youtube de Buzzfeed es conocido como uno de los primeros en usar un deep fake con figuras políticas, con el buscan demostrar que se está dando un cambio en la forma en la que fluye la información y que es necesario estar alertas, ya que no todo lo que se ve en Internet es real. 

Los deep fakes son videos creados o modificados mediante un software que, aplicando técnicas de deep learning, permiten crear imágenes falsas de forma realista. Si bien existen otras formas de manipulación de video, tales como la edición que incluye cortes de imagen, distorsión en la velocidad y cambios en el audio, sólo puede llamarse así a aquellos creados mediante softwares.

Los usos que se le dan a los deep fakes son múltiples, algunos más riesgosos que otros. Es posible encontrar contenido que entra en la categoría de entretenimiento y humor, tal es el caso de cuentas en redes sociales como @deepfakesar en la que se publican videos de este tipo sobre celebridades. Otros usos posibles, y menos inocentes, tienen que ver con la propagación de desinformación que pueden acarrear consecuencias políticas y también afectar el pleno ejercicio de derechos de la ciudadanía. 

Este tipo de videos afecta la calidad de la información que circula en internet, pero sus efectos perniciosos se extienden mucho más allá. Un entorno en el que no se puede distinguir lo real de lo falso genera una pérdida de confianza en las instituciones y en Argentina se trata de un problema que preocupa a la población. Según la encuesta Edelman Trust Barometer del 2022, un estudio representativo de 28 países que se realiza hace más de 20 años, ante la afirmación “me preocupa que la información falsa o las noticias falsas sean utilizadas como arma” el 76 por ciento de los encuestados a nivel global dice estar de acuerdo. Si miramos solamente las respuestas de Argentina, ese porcentaje asciende a un 81 por ciento.

Los deep fakes además puede usarse para interferir en las campañas electorales y permitir la difusión de ataques personales y discusiones que son secundarias en relación a los temas que deben tratarse en campaña: las políticas que le importan a la ciudadanía. No son desdeñables los efectos a nivel personal que tienen este tipo de campañas de desinformación. Fueron sonados los casos de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y de Patricia Bullrich, ex Ministra de Seguridad de Argentina. Ambas figuras sufrieron intentos de desprestigio de su imagen personal a partir de la difusión de videos alterados en los que parecían estar bajo los efectos del alcohol. Esto llevó a que se hable en los medios sobre su vida personal y no sobre las políticas que estaban impulsando en esos momentos. 

Además de los efectos en la imagen pública de funcionarias y funcionarios, los deep fakes pueden generar alteraciones en la opinión pública. Las campañas de desinformación pueden utilizarse para afectar la imágen que la ciudadanía tiene de un partido o gobierno, o para mejorar la opinión que la ciudadanía tiene del mismo. Un caso reciente se dio cuando aparecieron vídeos como publicidad en Youtube en el que presentadores creados mediante un software daban noticias positivas (aunque poco precisas) sobre la economía en Venezuela, para promover una opinión favorable al gobierno. 

Todos estos efectos conllevan también un riesgo importante, que es el aumento de la polarización política. Si bien un video puede ser desmentido, este tipo de contenido no se difunde en un contexto aislado. Debido a la lógica algorítmica de las redes sociales, es probable que un deep fake llegue a personas que tienen un esquema de pensamiento afín a ese contenido y, por ende, no cuestionen la veracidad del video. La microsegmentación, por un lado, y el efecto “cámara de eco”, por el otro, posibilitan que el contenido de desinformación circule por internet y se multiplique por cuentas que comparten y difunden, de manera casi invisible para aquellos que no siguen dichas cuentas. 

En tiempos de campañas electorales como el que tendremos este año en Argentina, los contenidos engañosos representan un peligro mayor porque puede afectar a la confianza en el proceso electoral, lo que a su vez puede generar cuestionamientos a los resultados electorales. Si los ciudadanos y ciudadanas no confían en que se están haciendo esfuerzos para cuidar la integridad de los resultados electorales se pueden desatar manifestaciones y ataques directos a la democracia.